Para parejas de mediana edad, plantearse la medicina reproductiva es algo que debe hacerse tras considerarse un año de esterilidad de la pareja; es decir, que tras un año manteniendo relaciones sexuales sin protección no se haya producido un embarazo de manera espontánea.
Si la mujer es mayor de 40 años, este período puede reducirse a 6 meses de intentos sin éxito y la pareja debería visitar una clínica especializada en reproducción asistida humana para comenzar su tratamiento cuanto antes.
El proceso de la estimulación ovárica es lo más adecuado para multiplicar las posibilidades de éxito. Sin embargo, hemos de decir que existen ciertas situaciones en las que la estimulación no es necesaria. Esto dependerá de la capacidad ovulatoria de la mujer y del motivo de esterilidad.
De primeras tenemos que decir que no. Tu embarazo se revisará con la regularidad correspondiente a un proceso de gestación natural y el niño será como cualquier otro.
Sin embargo, no podemos negar que existe una cierta predisposición a que los niños concebidos mediante FIV sean más propensos a nacer con un peso más bajo, pero siempre dentro del rango normal.
Además de la estimulación ovárica, es muy recomendable seguir ciertas pautas para mejorar la fertilidad.
El tratamiento de reproducción asistida finaliza en el momento en que se comprueba si se ha producido la fecundación y la pareja es informada.
Si bien, si no ha habido éxito y si los pacientes lo desean, se puede repetir el implante del embrión o la inseminación asistida artificial.
En caso de éxito, el tratamiento artificial habrá finalizado. Eso sí, recomendamos que confiéis en el mismo equipo médico durante todo el embarazo y el parto para llevar un seguimiento personalizado.
La hormonación a la mujer puede tener algunos efectos secundarios como náuseas, dolor, disneas, malestar general y, en casos más graves, edemas y coagulación sanguínea. Estos efectos no se aprecian en la mayoría de ocasiones.
Por otro lado, la hiperestimulación ovárica hace que la fecundación de dos embriones sea posible, provocando un embarazo de gemelos, que siempre es más arriesgado que el embarazo simple.
También aumenta el riesgo de aborto involuntario y de embarazo ectópico.
En menor medida también se pueden dar infecciones en los ovarios o las trompas de Falopio si se realiza extracción de óvulos propios.
Los embriones congelados son aptos para cualquier tratamiento FIV. Sin embargo, sí que es cierto que existen casos en los que viene muy bien disponer de ellos.
Un ejemplo claro es cuando a la mujer no se le aconseja la estimulación ovárica. La pareja se puede valer de embriones congelados propios (en este caso sí que habrá habido una estimulación tiempo atrás) o con material genético procedente de donantes anónimos.
Otra situación en la que el uso de embriones congelados es adecuado es cuando debemos retrasar el procedimiento de fecundación in vitro.
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